La mujer más desacreditada en aquel barrio, era la que
defendía su condición de “santa” con los peores escándalos, pero eso no es a lo
loco, eso tiene una condición táctica, que solo busca desatar los infiernos
contra quien hable de eso, para que no se repita. Entre el acusado por un juez
y el acusado por el rumor publico hay una diferencia de tamaño, del pecado a la
inocencia, aunque los dos sean culpables. El acusado por un juez es lo más
tierno frente al juez, mientras que el acusado por la opinión pública es lo más
alardoso con su supuesta inocencia y el asombro en su cara es merecedor de un Óscar.
Cuando aquella mujer famosa en el barrio por los tumbes de
maridos, llegaba al patio más concurrido en aquellas tardes gris debajo de una
mata de mango donde un grupo de mujeres colaban café, se leían la taza, mientras
otra se pasaba el peine caliente, todo se interrumpía para escucharla y aquella
empezaba la letanía diciendo: “Yo quiero saber cuál fue la Perra que dijo que
yo me estaba agarrando con el mario de Ramonita” y por ahí seguía hablando con
un insulto XXX de una manera que había que entrar los niños.
Antes, los chismes de barrio eran muy restringidos, eran
tiempos en que a los muchachos le prohibían escuchar conversaciones de adultos. En el
teléfono, que pocos hogares lo tenían solo se hablaba las cosas necesarias, no
se ocupaba por si había una llamada importante. La fuente oficial para saber
secretos y vida ajena era el brecheo a través de unas hendijas dentro de la
casa para mirar hacia fuera. Era así como lo de esa mujer todo se sabía con ese
hombre ajeno.
Habían señoras en el barrio que cuando se levantaban en
aquellas noches para hacer Pipi, no se volvían a acostar sin antes dar una
miradita por esas hendijas, para velar por la seguridad de sus hogares y al
mismo tiempo ver quien andaba en malos pasos entre aquellos recovecos y matas,
apretándose con ojos de ternero degollado, pero muchos se creían dueños del
espacio en aquellas madrugadas, que nadie los veía. Y esta es la parte que le
molesta al que lo emplazan con el rumor público, que siente que trabajó tanto
para esconderse y, ahora sus secretos son públicos en las 4 esquinas.
Los políticos desacreditados y La Quita Hombre, se parecen
mucho en su reacción cuando alguien les refiere lo que el rumor público dice de
ellos, no son humildes, prefieren reaccionar con exabruptos, y entonces son
ellos los que se convierten en acusadores porque les agredieron su “honra”.
Pero tampoco le dan trabajo al juez para verificar los rumores acusatorios, prefieren
ellos usar el terror contra quienes los emplazan, con la única finalidad de que
el asunto no se toque más, por amor al diablo. Porque por amor a Dios no puede
ser. Así son los culpables del rumor a voces.
Cuando en el barrio la gente bautizaba a un Ñato con tan
bello nombre y a un Bembú y un Orejú por igual, y estos se quejaban con enojos
por el bautismo con tales apodos, de una cosa podían estar seguro, y es que se morían
con esas bellezas de nombres. Y debo decirles que un sobre nombre por rasgos
físicos es inofensivo, porque solo es una vaina bien que escoge un grupo social
para hacerse la vida más fácil, tratando de distinguir entre dos Pedro, cuando
te dicen: “Fue Pedro el Ñato”. Un sobre nombre por rasgo físico siempre termina
en la tumba con su dueños.
Pero un sobre nombre por conducta, camina por la vida afectando
hasta a cinco generaciones. No es lo mismo llamarse “Fulano el corrupto” o “María
la quita hombre” lo que sucede es, que hay conducta que en un determinado
momento de la sociedad parecen no ser pecado por lo común que se hace por una crisis
de valores que afecta, pero las sociedades cuando se recuperan han sabido
guardar esos escombros en la memoria del pueblo para que nadie los olvide. Y si
usted desea saber que ofende más, dígale en su cara, Ñato a un Ñato, Corrupto a
un Corrupto, o Quita Hombre a una mujer plebe, a ver quién te cae atrás, para
insultarte o agredirte. Así de simple. ¡Atrévase!
No hay comentarios:
Publicar un comentario